viernes, 28 de octubre de 2011

Acróstico

Si has perdido la alegría

o hasta el deseo de vivir,

no olvides que en esta vida

rayo de sol es la risa;

ilumina, vitaliza,

sana el corazón y anima

a seguir, siempre a seguir.

****
Acróstico: palabra o frase que a veces se puede leer tomando solamente la primera letra de cada renglón o verso.
***

Hoy os traigo este acróstico compuesto por mí para sacar una palabra clave tan luminosa como una SONRISA.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Cuadro de Honor de Lectores amigos




Hoy reedito, sin orden ni concierto, mi Cuadro de Honor, en el que lamentablemente faltan amigos que no me han enviado foto con libro.


La verdad es que a todos ellos los tango presentes en el Cuadro de Honor de mi afecto, pero me encantaría tener su imagen en foto, no solamente en el pensamiento.


Dicho esto, paso a presentar a los amigos que me han hecho el honor de leer alguna novela mía.


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Francisco Javier Illán Vivas es escritor, en novela cultiva el género épico-fantástico-legendario en una saga con héroes conectados con la Mitología. Sus novelas son realmente amenas e interesantes. También es un poeta consumado.
En la foto está leyendo mi novela BUCEADORES

Tiene varios blogs, os informo de dos de ellos:








En la imagen, Cayetano, insigne profesor de Historia, sevillano residente en Madrid leyendo mi novela "El Emboscado (Un travestido de la Edad Media)", sobre la que publicó un artículo que le agradezco mucho, pues era un serio análisis de la obra desde el punto de vista de alguien que domina la Historia.


Su blog, muy recomendable y visitado es La tinaja de Diógenes

http://latinajadediogenes.blogspot.com/



El pintor, dibujante y humorista gráfico murciano Álvaro Peña




Aquí aparece Álvaro en su casa leyendo mi novela La delicada piel del alma , que por cierto lleva algunas ilustraciones dibujadas por mí. Miedo me da pensar cómo las juzgará un dibujante genial como es Álvaro Peña.




Francisca Quintana Vega, una amiga extremeña, con mi novela "Isla Cueva Lobos"



Y aquí con "El Emboscado"

Francisca tiene dos blogs de poesía, ambos magníficos, que os recomiendo aquí:

"Desde los pliegues del alma" http://paquiquintanavega.blogspot.com/

"En la hora de las brujas" http://enlahoradelasbrujas.blogspot.com/


Arantza, de Vitoria, con mi novela "AURA", y mostrando a su lado un ejemplar de otra novela mía, "El Emboscado", y un cartel de "La delicada piel del alma".


Con ella he hablado por teléfono más de una vez, y espero que lleguemos a conocernos personalmente alguna vez.

Sus dos blogs son los siguientes:

"Flotando en los versos" http://arantza-flotandoenlosversos.blogspot.com/

Cajón de sastre http://arantzag.blogspot.com/




La poetisa extremeña María Bote Bote con mi novela "El Emboscado".

Su blog "Destello" es una maravilla: http://mariabotebote.blogspot.com/



El magnífico pintor murciano Antonio Verdú Asís, leyendo una novela mía, "La delicada piel del alma" al calor del fuego del hogar y bajo tres de sus obras pictóricas, cuya calidad no os pasará desapercibida.



Sole es su mujer, y desde que nos conocimos la considero una amiga . El matrimonio reside en Molina de Segura.

El blog de este pintor es "El rincón de Antonio"

http://rincondeantonio.blogspot.com/






Luis Gispert es un estupendo autor de libros de turismo, andarín y amante de la naturaleza, sus excursiones son el punto clave en su blog. Aquí aparece leyendo mi novela AURA.

Su blog se llama Un soñador por las cumbres.







Montserrat Llagostera Vilaró en una simpatiquísma barcelonesa que reside en Valencia.
Es la lectora que más fotos con mis libros me ha enviado, cosa que le agradezco en el alma.

En esta foto aparece con mi última novela publicada "Isla Cueva Lobos"


Esta foto es especialmente hogareña, Montserrat está con su gato Pipo, el mimado de su casa, y con la compañía de una de mis novela, "Aura".
Montserrat con mi novela "La delicada piel del alma".
En esta foto se ve estupendamente la portada de "Aura".

Cabopá, el plan misterioso, con mis novela "Sixto con rumor de olas rompientes" y "De donde crece la palma", publicadas en el mismo volumen.


Me consta que ella ha leído más novelas mías, porque incluso ha asistido a sus presentaciones, pero no es amante de salir en las fotos ( no sé por qué, porque es muy guapa, aunque es una excelente fotógrafa, y no s

Con Flor el día de la presentación de "El Emboscado" en la Sede de la Universidad de Alicante, ciudad en la que reside ella.

Fue una sorpresa y alegría conocerla allí. En la foto Flor tiene el libro en la mano.
Por desgracia le he perdido la pista a su blog.


Con el pintor cántabro Pedro Díaz-Obregón Barajuan en su estudio.



Me consta que ha leído un par de novelas mías, "Buceadores" y "Aura"aunque no tengo fotos leyéndolas
Su blog:

http://museopobredelpintor.blogspot.com/


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Ahora una petición a todos mis lectores que también son amigos del blog, y es que me manden fotos con alguna obra mía.



Me faltan muchas, y las hay, pero estos misteriosos que no quieren mostrarse en imagen...

lunes, 17 de octubre de 2011

Galería de amigos lectores que están en mi Cuadro de Honor

Cuando uno de mis lectores tiene la deferencia de enviarme una foto suya con un libro mío en sus manos, inmediatamente entra en mi Cuadro de Honor e igualmente en mi corazón, porque se gana mi afecto y mi amistad; la razón es que cualquier escritor (no solamente los poetas líricos que hablan de sus sentimientos y sus pensamientos en sus poemas) se da a conocer en lo que escribe, abre una puerta a su psique, a su concepción del mundo, por la que el lector sagaz mira y adivina con mucha aproximación con qué ser humano ha tomado contacto a través del libro que lo da a conocer, incluso más de lo que quisiera.
De cualquier forma, es un hecho que entre autor y lector se ha creado un vínculo .

Aquí os presento a Francisca Quintana Vega, la misteriosa dama que en la primera foto sostiene mi novela "El Emboscado".
Muchos ya la conocereis por su magnífico blog "Desde los pliegues del alma".
paquiquintanavega.blogspot.com/
un blog de poesía en que muestra su buen hacer y su alta inspiración, plena de sensibilidad.
Francisca es uno de esos ejemplos a los que aludía antes, pues entre ambas existe ya una amistad sincera de la que me enorgullezco.
Ella entra con todo derecho en mi personal Cuadro de Honor, en el que ya figuran otros amigos de este blog, de mis novela y, por supuesto, míos.

sábado, 15 de octubre de 2011






Décima de LOS DOS SABIOS




Cuentan de un sabio que un día

tan pobre y mísero estaba

que solo se sustentaba

de las hierbas que cogía.

¿ Habrá otro, entre si decía,

más pobre y triste que yo?

Y cuando el rostro volvió

halló la respuesta, viendo

que otro sabio iba cogiendo

las hierbas que él arrojó.


.
Calderón De La Barca, en "La vida es sueño" Siglo XVII


*
El precedente de esta décima es "El hombre que comía altramuces", Ejemplo de Don Juan Manuel en "El Libro de Patronio o el Conde Lucanor", siglo XIV
.

Esta décima me lleva a la reflexión de que el refrán "Mal de muchos, consuelo de tontos", debería decir "Mal de muchos, consuelo de todos".



Está probado que si vemos a otros en peor situación que nosotros, nos conformamos con más facilidad, mientras que si nuestra percepción es que somos los únicos desgraciados, se nos hace más cuesta arriba.



Está feo decirlo, es cierto, pero...

viernes, 14 de octubre de 2011

La delicada piel del alma




Una gran verdad es que la vida se nos queda tatuada
sobre la delicada piel del alma.
Rosa Cáceres

La delicada piel del alma fue mi quinta novela. La frase anterior es la que aparece en la introducción.


Curiosidades de esta novela:

* Es la única que está publicada con ilustraciones mías de algunas escenas.

*Se desarrolla en Galicia y en Alicante.

* Tiene párrafos en gallego.


LA MEIGA.
Amelia creyó estar viendo a un personaje de cuento cuando Benitiña la Meiga entró en la cocina del pazo.
La Meiga tenía ese apodo desde siempre y lo tenía porque existía en todo el contorno vecinal la fama de sus poderes mágicos. Si era una bruja o no, era parte del misterio que la vestía como si de un hábito monjil se tratara, sin cambios, siempre el mismo.
Era una viejecita de edad difícil de calcular. Su apariencia era sumamente frágil, encorvada y algo temblona. Su rostro, enmarcado por un pañuelo negro ceñido al cráneo a la usanza gallega, era el de un garbanzo arrugado o el de una manzana pasada cuya piel se ha reblandecido y ha abandonado la tersura para convertirse en una especie de uva pasa de gran tamaño. La nariz picuda y con caballete, como de ave rapaz, daba sombra a una boca de labios sumidos que sonreían entre bondadosos e irónicos mostrando la cavidad semidesdentada, por la que salía una voz extrañamente dulce y carismática, era una voz llena de sabiduría, si esa fuese una cualidad del aparato fonador en vez de ser el atributo de algunas mentes humanas. Era, dicho de otro modo, una de esas voces de terciopelo calmado que sólo parecen poseer aquellos seres que son dueños de una especie de clarividencia llena de serenidad que los elevan sobre el común de los mortales.

(...)

...ciertamente, lo más impresionante de Benitiña eran los ojos, dos gotas de tinta negra bajo la sombra de unas cejas hirsutas que conservaban aún la mitad de su color negro destacando entre las canas, que daban a su cabello un aspecto como de nieve sucia. Era la suya la mirada más penetrante que se hubiera clavado en Amelia jamás.
(...)

Álvaro la había prevenido de las visitas de Benitiña y de las características de la extraña mujer, pero la realidad superaba con creces la idea que Amelia se había hecho de la supuesta Meiga y no pudo evitar una especie de encogimiento del estómago acompañado de un aceleramiento de los latidos del corazón cuando Benitiña, sacando la mano derecha del bolsillo del delantal, la señaló con el índice, torcido por la artrosis y nudoso como rama seca de arbusto, pronunciando su oráculo, aunque nadie se lo hubiera solicitado:
-Pobriña, tan xoven e fermosa, recien casadiña é xa se achega a éla a sombra, la nube de bagoas, espesa,chea de dór. Eu véxote no futuro chorando rios de bagoas, porque os teus pesares van ser moitos é non te deixarán respirar nin un poquiñto de felicidad.
(Pobrecita, tan joven y linda, recién casadita y ya se acerca a ella la sombra de la nube de lágrimas, espesa, llena de pesares. Te veo en el futuro y veo que llorarás ríos de lágrimas porque tus penas serán muchas y no te dejarán respirar ni un poquiño de felicidad).
Guardó silencio y, aunque Amelia no pudo comprender bien sus palabras, sí pudo captar el aire de triste conmiseración con que fueron pronunciadas. Al poco volvió a dirigirse a Amelia con tono lúgubre:
-Sofrirás. Coñecerás o dór de ser traicionada por quén ti mais queres. He darás a túa vida e il te deixará.
(Sufrirás. Conocerás el dolor de ser traicionada por quien tú más quieres. Tú le entregarás tu vida y él te dejará).

jueves, 13 de octubre de 2011

De donde crece la palma

"De donde crece la palma" es mi tercera novela publicada, en Ediciones Tres Fronteras (Murcia) cuyo enlace os dejo aquí. Está en el mismo tomo que "Sixto".

http://www.tresfronteras.es/TresFronteras/autor.jsf?ncodautor=377

El título viene de uno de los versos de "Guantanamera", del genial José Martí:
Yo soy un hombre sincero
de donde crece la palma,
y antes de morirme quiero
echar mis versos del alma,
guantanamera, guajira guantanamera....

Seguro que todos conocéis esa canción.
El ambiente de la novela es el de los músicos callejeros de La Habana vieja.
Esta muchacha es hija de una bailarina blanca y un bongosero negro, ella es mulata de piel dorada, bellísma.

Piezas musicales, rivalidad entre cantantes callejeros, santería, ritos vudú, el tema de la emigración...todo forma parte de esta trama, que me hizo disfrutar con la investigación de todos estos temas y mientras la escribía. Pues habéis de saber que un escritor vive ras vidas, o multiplica la suya propia, en virtud de las que viven los hijos de su imaginación.


http://www.tresfronteras.es/TresFronteras/autor.jsf?ncodautor=377



Los dibujos son de mi cuaderno secreto, ese en que plasmo las imágenes de mi mente con respecto a mis historias de ficción.
*
Este es el inicio de la novela:


*
Todos decían que Habanita Rocío era La Habana hecha carne de mujer.
Habanita Rocío caminaba como a ritmo de bongos. Sus redondas nalgas altivas se movían como bajo el palmeteo de un bongosero invisible que las hiciera retemblar armónicamente:
bon….gó, bon…gó, bon…gó, cuando paseaba lentamente.
bon-gó, bon-gó, bon-gó, si tenía un poco de prisa.
bongó, bongó, bongó, si decididamente tenía mucha, pero que mucha prisa.
Habanita Rocío tenía en su sonrisa el color blanco dulce del azúcar porque sus dientes perfectos recordaban la forma de pequeños terroncitos de nácar.
Y en sus labios rojos llevaba el sabor del ron de caña que se adivina embriagador incluso antes de ser probado.
Habanita Rocío tenía en su cintura la flexibilidad de la caña del cañaveral, cuando es verde y tierna. Y el cimbreante vaivén de la palma del palmar caribeño cuando sopla la brisa de la bahía.
Y poseía en sus manos y en su cara el color de la canela.
Así era Habanita Rocío a sus dieciséis años.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Felicidades, Pilar



Con este dibujillo que hice en una hoja de mi agenda de bolso, quiero felicitar a todas las amigas que llevan el nombre de PILAR.

lunes, 10 de octubre de 2011

Unos fragmentos de mi novela "Sixto, con rumor de olas rompientes"




Dos dibujos de los muchos que hice sobre esta novela, en parte autobiográfica. La niña que hay sentada en el segundo de ellos, soy yo, como personaje que toma parte en la historia, basada en un hecho real.


Sixto, apodado el Marrajo, tal como se apodaba su padre y se apodó su abuelo, pertenecía a una estirpe de curtidos pescadores. Era, en cuanto a su aspecto físico, un tipo fibroso, lo que se dice un auténtico navegante con los músculos endurecidos a base de tirar de las redes y los cabos de cuerda, la vida que llevaba le había proporcionado un aspecto correoso y duro. Su estatura era mediana, pero el grosor de su musculatura le confería un aire de atleta. Caminaba con una leve cojera, apenas perceptible, secuela de una caída que sufrió de chiquillo cuando, a la caza de gaviotas, perdió el equilibrio y rodó todo el monte del Faro abajo. No se mató de milagro, así es que una complicada fractura de tobillo fue lo menos que le podía haber pasado.
De todas formas, los auténticos marineros andan siempre de una manera especial, un tanto rítmica y balanceante, como si quisieran adaptarse al vaivén constante de los barcos y guardar de esta forma el equilibrio. Así es que la pequeña cojera de Sixto casi pasaba desapercibida. Sus cabellos, rubios y rizados, que solía llevar más bien largos, se encrespaban a veces con el viento y la humedad, confiriéndole el aspecto de un profeta iluminado. En invierno solía dejar de afeitarse y entonces le crecía un espeso bigote y una poblada barba entre rubia y rojiza. Cuando faenaba con las redes, echándolas sobre uno de sus hombros, se diría que era una imagen en movimiento del propio san Pedro apóstol, el mismo que los pescadores sacaban de la iglesia del pueblo en procesión...



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La muchacha se llamaba Santa, es decir Fuensanta.


El Paseo concentraba la animación de la fiesta.
Cuando Sixto bajó desde su casa (puesto que el pueblo está ubicado en fuerte pendiente hacia el mar), la vio.
Estaba parada frente a un puesto de cascaruja, regaliz y piruletas. Tenía una niña cogida de la mano, una pequeña de trenzas rubias y ojos vivaces y preciosos que tiraba de su mano solicitando su atención en exclusiva.
Nunca había visto una cintura tan breve. Ceñida por un cinturón blanco que a él le pareció el colmo de la elegancia, resaltaba la magnificencia, casta a pesar de todo, de su busto erguido y sus caderas sinuosas.
Los zapatos, de medio tacón y blancos también, realzaban sus torneadas piernas y lo que se alcanzaba a ver de sus preciosas pantorrillas.
Sixto la miraba embobado, gozando a sus anchas de la belleza de la joven desconocida, para él una auténtica señorita.

domingo, 9 de octubre de 2011

Últimos dibujos de AURA



Por no cansar más con la misma novela, escojo solamente algunos dibujos para terminar de mostraros este entretenimiento mío. Van sin orden, porque no pretendo destripar la novela a base de ellos. Llevan algún breve texto escrito con mi letra.
Con este capítulo los lectores se divierten mucho; lo escribí en clave de humor. Recuerdo que un compañero de Claustro lloraba literalmente de risa.
Aquellos espectáculos callejeros en los pueblos pequeños...Yo presencié de niña en cierta ocasión uno así, en la playa, y se me quedó en la memoria tal como lo describo en los capítulos 13 y 14, con las mismas piezas musicales y la composición de la humilde compañía de cómicos ambulantes.
Tuve un exquisito cuidado al escoger los nombres, para que algunos sean inequívocamente propios de la zona, como Marca.

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sábado, 8 de octubre de 2011

El chozo de un pastor, de "Aura".

Con este capítulo de "AURA" finalizo los fragmentos que he escogido de esta novela para que los podáis leer, acompañados de mis dibujos sobre el tema que tratan.
Ya digo que para mí es un placer plasmar en mi cuaderno en blanco algunas escenas de cada una de mis novelas.

Como muestra basta un botón, aunque yo os voy a ofrecer tres botones de cada novela, aunque

la verdad es que de cada una hago muchos más dibujos siempre, pero no quiero cansar.

He comprobado que esto mismo lo han hecho y lo hacen cientos de escritores. Mi tesis es que la literatura y el dibujo deben de ocupar áreas cerebrales relacionadas entre sí.

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49.- EL TÍO RECAREDO. UN CHOZO DE PASTOR.



Tras un recodo del camino se levantaba un chozo de pastor habitado por el tío Recaredo, el quesero, a quien la gente llamaba el tío Recadero – como si su oficio fuera el de llevar y traer recados - confundiendo la pronunciación del nombre en cuestión.


El tío Recaredo estaba sentado junto a la chimenea del habitáculo, con la boina calada hasta las cejas, ya que estaba calvo como una mano de mondongo y el frío en “la perola” no le sentaba nada bien. Tenía a modo de capa una manteja parda, que le servía de abrigo y estaba ocupado en quitar la cuerda de esparto de un queso de su elaboración, ya curado y fuerte, un auténtico queso manchego de esos que acompañado de una rebanada de pan de pueblo y un chato de vino tinto reconcilian con la vida, y más en un día inhóspito de lluvia.


El viejo vio al párroco con la sotana negra chorreando de agua como un gran cuervo alicaído y alimojado.


-¡Eeeeeh, señor cura! –chilló con su vozarrón de pastor, como si estuviera llamando al rebaño- ¡Eeeeeh! ¡Venga usted “p’acá”, que se va a “escustipiar” y se va a poner “malismo” del “to”.


No se hizo de rogar el sacerdote que, despertando de su ensoñación, “adeliñó” raudo hacia el chozo en el que entró con presteza, hallando un ambiente caldeado e impregnado de olor a queso de oveja y de cabra.


Pronto tuvo ante sí las viandas manchegas y el buen vino. Hincando el diente al trozo de queso con pan, lo remojó bien con un trago prolongado de tinto.


Sí. Estaba en La Mancha. Y estaba muy a gusto.


El viejo pastor, contento de tener compañía, se afanaba, hospitalario, en cortar el queso con su navaja albaceteña. Conocía, sí, la historia del cura y la beata. No le importaba. “Todos somos hombres”, pensaba. Y no pensó más. Con la honda filosofía intrínseca de los hombres sencillos, que parecen amasados con el barro prístino que usó el Creador, sin contaminación de malicia alguna, se encogió de hombros. Eso fue todo. No condenar a nadie. No juzgar. La misión que a él le había dado Dios era pastorear ovejas y cabras y hacer buenos quesos. Nada más.


-¡Está bueno el queso! ¿A que sí, señor cura?


-Vaya que sí, Recaredo. Y el vino también, tiene cuerpo y arregla el cuerpo, valga la redundancia – dijo, sin pensar que al pobre hombre eso de redundancia le sonaba a rebuznancia y no sabía a qué cuento venían ahí los rebuznos de un burro - . No sabes lo que te lo agradezco. Me había pillado la lluvia en descampado y tenía la sotana chorreando agua.


-Pues caliéntese al calorcete de la chimenea y séquese la ropa, que la humedad es muy traidora en esta época.


-Gracias, Recaredo. De aquí no me voy hasta que no escampe.


A la puerta se asomó el perro pastor, flacucho y de pelambre despeinada, color canela, con la trufa de su nariz olisqueando ansiosa y sus ojos leales fijos en su amo.


El tío Recaredo soltó una carcajada.


-Pasa, Curro, ven aquí.


No se hizo de rogar el can que, con alegre movimiento de rabo se puso en un plis plas en un trotecillo alegre junto a su amo, en cuyas rodillas apoyó la mansa y noble cabeza.


El pastor, con una sonrisa permanente, pasó su ruda mano por la testa del perro pastor que continuaba expectante sin dejar de olisquear el ambiente y con la boca semiabierta. El tío Recaredo arrancó un pellizco de pan y cortó un trocito de queso y así, juntos, los acercó a la boca del can, que las recibió con agradecido alborozo, lo que hizo de su rabo un auténtico azote del aire.


-Está acostumbrado ¿sabe, señor cura? Como es mi compañero, le doy de “to” lo que yo como.


-Se lo merece, Recaredo. Un buen perro es un hermano, lo decía San Francisco de Asís, hermano lobo, hermano perro… todas las criaturas eran para él hermanos.


-Me gusta ese santo, D. Rodrigo, menos en lo de “hermano lobo”. Dios quiera –dijo haciendo la señal de la cruz tres veces seguidas- que no aparezca ninguno estando con el rebaño en medio del monte. La última vez me despedazó una oveja que estaba criando, la más gorda que cogió el lobo cabrón, con perdón, padre, usted perdone por el “palabro”, pero es que me hizo la puñeta, que la tenía ya vendida al Rogelio, el ganadero.


-Pero si estás hablando de hace lo menos quince años, hombre. Ya es rarísimo ver un lobo por aquí.


-No digo que no, señor cura. Pero el que le ha visto los dientes a uno ya no les pierde el miedo en la vida, son más feos que la Bicha de Balazote, que la vi una vez y era como el mismo demonio.


Mientras los hombres hablaban el leal Curro iba recibiendo trocitos de pan y queso que masticaba ruidosísimamente. Era un perro pastor, claro está, que no era un remilgado perrito faldero que mastica bombones con el morrito fruncido. Curro comía a sus anchas, chasqueando la lengua y deglutiendo sin ceremonia ¡como que era del campo!


Pastor y cura guardaron silencio casi adormecidos por el doble calor del vino y del fuego.

En la agradable penumbra del chozo, sólo se oía el ruido que hacía el perro al masticar, hasta que también cesó al acabar su pitanza. Entonces, satisfecho, se tumbó al calor del fuego junto a los pies del tío Recaredo.

jueves, 6 de octubre de 2011

Un fragmento de "AURA"

Así imagino yo a Aura en un dibujo a lápiz en mi cuaderno de ilustraciones.
Os ofrezco un fragmento del primer capítulo que habla de ella en mi novela
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3.- OTRA LLEGADA. ZAFRANERA. EN UN LUGAR DE LA MANCHA. ESPAÑA. 1943.

A Aurelia Soto Peinado desde niña todos la llamaban Aura. Sus ojos eran lo más hermoso de su cara y lo más vivo. Destacaban como si tuvieran auténtica independencia en un rostro, inexpresivo, casi hierático, serio.
Los ojos de Aurelia Soto tenían alma, si se sabía estudiar su mirada.
Los ojos de Aurelia Soto jamás habían sido sondeados por otra mirada que pudiera comprenderlos.

Los ojos de Aurelia Soto eran todo soledad. Y alivio. Alivio de volver a encontrarse en su tierra, en su verdadero hogar.
Aura no tenía, no había tenido nunca, veleidades viajeras, ni ciudadanas. Sentía, muy dentro de sí, la certeza de que su pueblo era su lugar idóneo. El sitio en que debía transcurrir su vida. Jamás quiso salir de allí. Transponer los amados límites de su paisaje natal la había puesto en su día casi al borde de la depresión de ánimo.
Pero su padre había sentenciado que una señorita de su clase social debía poseer el barniz de una cultura general (un poco de francés, un poco de piano, otro poco de economía doméstica…) adquirida, eso sí, en un exclusivo internado de la capital de España. No faltaría más.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Un capítulo de mi novela "AURA"

Hoy os quiero ofrecer un capítulo de mi novela "Aura", de ambiente manchego.
Es la primera novela que publiqué y por eso le tengo un cariño especial. Su protagonista es Aurelia Soto, a quien todos llaman Aura.
He escogido un capítulo entrañable, en el que lo importante es el ambiente descrito, más que la acción. Si os gusta, puedo poner algun otro.
Yo siempre ilustro (para mí) mis novelas, Tengo cuadernos en que dibujo las escenas principales de todas ella. Aquí tenéis una muestra ¿os gusta?

12.- UN FUEGO CREPITANTE. EMILIA.

La cocina de la casa señorial era enorme, pero cálida, como siempre lo es aquella en que se han cocinado muchos pucheros, se han pelado muchas patatas y se han amasado muchos bollos y muchos dulces de Navidad. La vida se va acumulando en estos espacios, hasta el humo que agrisa las paredes contribuye a hacer de estas estancias espacios vividos, humanos, acogedores.
Una gran chimenea, un hogar de crepitante leña de los montes de Yeste, la mejor de la Mancha, ardía con alegre chisporroteo.
-Buenos días, Emilia –saludó Aura a la cocinera.
-Buenos días, Aurita –respondió la mujerona con confianza mientras se encaminaba, moviendo sus enormes nalgas con cadencia de reumática, hacia el vasar para tomar un tazón de limpieza escrupulosa y un plato de loza floreada en que preparar el desayuno de su señorita.
Emilia realizaba estas tareas con agrado, incluso con cariño. Había visto nacer a Aura, la había mecido infinidad de veces en sus brazos, había sido su “ama seca” (como se llama a las amas que no amamantan a las criaturas, que no son “amas de cría”) y, por eso, Aura siempre sería Aurita para ella. Y ningún gesto de orgullo que hiciera, ninguna palabra áspera que le dirigiera lograba hacer flaquear su devoción por ella. En esto resultaba impermeable. Como una madre.
Emilia había entregado su vida a la familia Soto, desde jovencita, cuando entró a servir en la casa grande. Como la que entra en un convento para profesar en él. Había hecho, podría decirse, votos perpetuos. Y no se arrepentía. Les estaba agradecida. Agradecida por haberle dejado vivir allí, gozando de una habitación para ella sola, en lugar de compartir un jergón de lana apelmazada con su hermana Salvadora, y tener la única y dudosa privacidad de una cortina, hecha con una jarapa de rayas, separando el espacio de las hermanas del que ocupaban sus hermanos varones, Germán, Cleto y Bartolo.
También disfrutaba Emilia sintiéndose ama de aquella cocina enorme, más grande que el chamizo que era la casucha en que había vivido con sus padres y hermanos.
Allí, en esa cocina, había de todo. La despensa estaba bien surtida. Emilia removía sus guisos, bien sabrosos, por cierto, con un buen cucharón que podía elegir de entre los que pendían de una tabla con ganchos, colgada sobre el enorme fregador de dos senos y buena losa de mármol para escurrir los cacharros de la fregaza.
Esto sin mencionar la cocina de hierro forjado negro y reluciente, con tiradores de bronce dorado, siempre impecables.
Pero lo mejor de todo era para Emilia la despensa, que podía llenar a voluntad, como cocinera de la casa y encargada de hacer la compra. Tenía carta blanca. Era casa de rumbo. No se escatimaba. ¡Ella que había pasado tantas privaciones en su niñez! ¡Al cabo que no presumía en la tienda de Ultramarinos de Joaquín mandando que le pusiera de esto y de lo otro, pero que fuera de lo mejor!
El mejor arroz de Calasparra, que traía en su camioneta, en saquitos de tela, Fermín el de la Muñoza.
Aceite de oliva de la almazara de Saturnino, harina de flor de trigo, tortas para el gazpacho de “La Perdiz”, y hasta caramelos de Hellín de La pajarita o de La Elisa, y del Congreso, con su yemita dentro.
¿Se privaban de algo sus señores? No ¿Le escatimaban a ella la comida? Tampoco.
La Emilia era feliz, le encantaba canturrear romances mientras se movía bamboleándose por su reino tinelario.
También sabía zarzuelas y otras coplillas de tono más populachero, así como cuplés de moda o coplas de Estrellita Castro que era su ídolo.
A Aura le gustaba oírla cantar. En especial, los romances. La hacían recuperar la infancia perdida. Cuando el acogedor pecho de Emilia, “abruzándola” en su vieja mecedora, sentada en su regazo, servía de refugio y consuelo en sus pequeños conflictos.
Por eso Aura también la quería, como a una segunda madre. Aunque ya no tuviera el mágico poder de curar su ánimo herido con un romance antiguo, que hablara de doncellas guerreras, de una dama y un rústico pastor, de una infantina encantada o de un conde que cabalga por la playa una mañana de San Juan.

martes, 4 de octubre de 2011

El propio aliento

Pase lo que pase, has de recordar que

siempre podrás vivir al calor del propio aliento.


Rosa Cáceres

domingo, 2 de octubre de 2011

Así fue la presentación de Isla Cueva Lobos en la UP de Mazarrón

Como siempre hago cuando presento un libro mío, os pongo unas fotos del acto.
Aquí aparezco con mi editor, José Antonio López Vizcaino, que vino desde Alicante para acompañarme.


En la mesa flanqueada por mi editor y por la concejal de Cultura.




Un momento de la firma de ejemplares.



*****
Y ahora un pensamiento mío muy sincero:
Me dolió que faltaran personas a las que con todo mi cariño había hecho personajes de esta novela. No sé si es que ese detalle no les pareció digno de ninguna deferencia hacia mí ¡qué desengaño!
Pero silencié el hecho ante el público asistente, porque cada una de las personas que acudió a escucharme y a acompañarme merece por sí misma toda mi atención y todas las palabras que pronuncié para explicar mi obra en la triple perspectiva de la autora, el lugar y la novela.
A ellos, muchas gracias.